Introducción
Viajemos a 1888 al barrio de Whitechapel en Londres… A continuación viene la carta que recibió la policía londinense…
«Traducción de la carta «From Hell» al español.»
Desde el infierno
Mr Lusk
Señor
Os envío la mitad del riñón que tomé de una mujer
la preservé para vosotros. La otra pieza la freí y la comí,
fue muy agradable.
Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo,
que lo saco si sólo aguardáis un poco más.
Atrapadme cuando Podáis.
Mishter Lusk sic.»
Análisis básico de la letra de Jack el destripador:
«Jack el destripador por lo que se puede ver pero una persona que vivía entre el cielo y el abismo, estaba encerrado en el mismo, era una persona egoísta y narcisista, sin embargo era un ser sociable por obligación y con ambición e iniciativa, con tendencias espirituales e idealistas.
Ciertamente era una persona falsa y astuta, sin embargo en el contacto personal era amable y tenía simpatía, sabía ganarse a la gente. No era una persona especialmente espontánea y se adaptaba a los grupos sociales de manera poco natural ya que poseía una actitud cerrada.
Era formal y le gustaba guardar las apariencias, tenía ciertos deseos de llamar la atención y lo conseguía dando importancia a cosas secundarias, como puede ser el caso de asesinar a prostitutas que en principio de 1888 su valor social no era especialmente relevante.
Le encantaba mantener las formas exteriores, era una persona frívola, con falta de sencillez y de franqueza bastante cuestionable. Tenía carácter arrogante y con mitomanía, (manía de mentir). Realmente era inseguro y no creía que sus propios méritos.
Pero a pesar de su inseguridad era una persona megalómana, con ambiciones desmedidas, con altanería y sin sentido crítico. Luego en su «otro yo» era cortés y educado, con buenos modales y a pesar de todo tenía cierto autodominio, cuestión que tiene bastante sentido, ya que nunca se descubrió su identidad, nunca se derrumbó ni dejó más pistas de las necesarias durante años. Para eso hay que tener mucho autocontrol.
Le gustaba lo estético y tenía un gran sentido de ello. Prefería la calidad a la cantidad. No tenía miedo a contacto interpersonal, con una actitud confiada y segura. Era una persona con un criterio cerrado y con fijaciones infantiles.
Sentía que en cierta manera el mundo exterior lo inhibía y se iba haciendo cada vez más introspectivo. Su contacto con la sociedad no era primordial. Se relacionaba por rutina, por hábito.
También poseía cierto equilibrio entre la lógica y el sentimiento, pero un gran desequilibrio entre lo que expresaba y lo que sentía, lo que le llevaba a la insatisfacción.
Era siempre fiel a sus propósitos, le gustaba ver lo que había realizado y ocultaba su entusiasmo. Una persona con buena salud y que confiaba en el éxito. Se sentía bastante superior, con ansias de poder y autoridad.
No cedía en sus empeños así fuesen más las cosas, aunque en ocasiones la impaciencia le podía superar, pero no descansaba hasta llegar a la meta, era tenaz.
Era una persona con espíritu de polémica y de contradicción, era cauto también pues guardaba un gran secreto que ni su núcleo más íntimo podía saberlo. Filtraba las expresiones de una forma mecánica incluso inconsciente.
Tenía facilidad para la diplomacia instintos sexuales algo imperiosos al igual que su materialismo exagerado, amaba el dinero por encima de todas las cosas. Era muy idealista.
Tenía cierta necesidad de acaparación y extravagancia. Era dinámico y con espíritu práctico. También una persona cerrada de conciencia y al progreso; su visión de la realidad estaba algo alterada, exagerando su yo, pero tampoco de manera muy elevada.
No era nada generoso con los que le pedían favores y/o dinero. Le gustaba disfrutar de la comida y la bebida, etc. darse los placeres de la vida de una manera exquisita y distinguida. Una persona claramente desequilibrada, posiblemente por un shock sufrido en su infancia o adolescencia y encontraba en el mismo satisfacción ya que se sentía totalmente satisfecho en sus sentidos.»
Un cordial saludo.
Álvaro Sempere Herrero